Exposición de arte

jueves, agosto 28, 2008

Carlos Meglia era un genio!! (por Andres Accorsi)

Portada para uno de los tomos de "La Biblia para Los Niños"

La biografía de Meglia rebota como la pelotita de un flipper desde hace un par de días por infinitos sitios de la web. No vamos a ahondar en ella también acá. Digamos que nació en Quilmes el 11 de Diciembre de 1957 y que hasta mediados de los '80, su notable carrera como dibujante lo hacía brillar en los ámbitos de la animación y la ilustración mucho más que en el de la historieta.

Meglia hacía historietas, sí, pero sin continuidad, sin personajes fijos. Sin ganas, decía él, porque no le gustaban los guiones y no tenía oportunidad de charlar con los guionistas. Eran unitarios que aparecían ocasionalmente en Skorpio y otras revistas de Record, a veces impresas para el orto y con guiones que estaban a años luz del impacto que producían los dibujos de Carlos, que incluso a veces compartía la faz gráfica con su socio de aquel entonces, Horacio Domíngues. Lejos de la masividad de los dibujantes de Columba y del prestigio de los autores de Fierro, Meglia era un dibujante... raro, un pibe talentoso que tenía la chapa de haber salido del riñón de Oswal, pero aparecía de vez en cuando, tiraba una bomba y salía rajando.

Pero para 1987, Meglia ya se había desvinculado tanto de Ediciones Record como del estudio de animación de Jaime Díaz, y llegó el encuentro providencial y definitivo con Carlos Trillo. Trillo le dio un guión de ocho páginas, que terminó por ser el primer capítulo de Irish Coffee. Por primera vez, Meglia tenía en sus manos un guión de historieta que le gustaba y la posibilidad de dibujarlo con total libertad. El resultado fue la luz verde por parte de la editorial Eura (por entonces, destinataria de la producción de Trillo) y el inicio de una dupla que marcó a fuego la historieta de los '90.

Los primeros dos años, Meglia trabajó solo y, en sus propias palabras, "se quemó el bocho". Acá la experimentación que se le veía en los unitarios para Record parece encauzarse. Su estilo de dibujo termina de definirse, nace una "estética Meglia", apoyada en técnicas narrativas poco vistas hasta ese entonces en el ámbito del comic. Es la época de Irish Coffee, El Libro de Gabriel y Big Bang, siempre junto a Trillo.

Cybersix y Data

En 1992, la Eura empieza a publicar la creación más ambiciosa e impactante de la dupla: Cybersix. Y acá explota el fenómeno Meglia, en muchas direcciones distintas, desde los que lo puteaban por el estilo "cartoonesco", hasta los que lo estudiaban en detalle para después copiarlo. Tanto desde su obra publicada como desde su superpoblado estudio (siempre lleno de dibujantes, amigos, curiosos y fans) Meglia hizo escuela y mostró los trucos que escondía su galera con una generosidad poco frecuente.

Superman: Infinite City

El éxito de Cybersix llevó a ambos Carlos a rodearse de un nutrido equipo de asistentes, para cumplir con un volúmen de producción impresionante, que requerían los editores europeos. Eso que a muchos artistas les resulta frustrante, a Meglia le parecía estimulante y genial. A él le gustaba estar con gente, le gustaba el bullicio, el kilombo, las charlas, las risas, el mate y los puchos que iban y venían, la tele prendida, la puerta siempre abierta. De ese estudio salieron, además, historietistas de gran desempeño post-Meglia, como Alejandro Santana, Darío Brizuela, Adrián Sibar, Fabián Mezquita, César Da Col... un verdadero semillero de talentos, que arrancaban con la venia y los consejos siempre sabios tanto de Meglia como de Trillo.

Portada para Comiqueando Extra #6

Meglia siempre se hizo cargo de ser un chiquilín en el cuerpo de un adulto. Y como tal, pasaba rápidamente del entusiasmo a la decepción, o viceversa. No lo desvelaba publicar en EEUU, porque no le gustaban los superhéroes tradicionales, pero después se cebó y dibujó una novela gráfica de Superman absolutamente genial. Arrancó como una locomotora con el proyecto de la serie de TV de Cybersix, y a los pocos meses alcanzaba con nombrársela para ponerlo de pésimo humor. Para cuando los problemas con la Eura llevan a la cancelación de la historieta, Meglia ya estaba podrido de Cybersix, en general.

Cuando ya habíamos recorrido las anécdotas más graciosas de su repertorio (que eran miles y se renovaban constantemente), Meglia decantaba por las profecías, y a veces embocaba de modo increíble. En el 1994, plena primavera menemista, decía que Argentina estaba sumida en una crisis económica muy grossa, prolijamente encubierta por Menem y Cavallo, y que nos iba a salir carísima. Pero claro, también profetizaba que en Argentina el manga nunca iba a pegar fuerte, o que para el 2008 iba a estallar en Europa un caos económico y político de terribles repercusiones. O sea, no embocaba todas, ni ahí.

"Cañari"

En los últimos 10 años le pasó de todo: nació su hijo Lucas, terminó abruptamente el comic Cybersix, que se convirtió en dibujo animado, empezó a trabajar para EEUU, emigró con su familia a España, se vinculó a la editorial francesa Soleil, volvió a Argentina, rearmó su sistema de producción para trabajar casi sin asistentes, reactivó su colaboración con Carlos Trillo, se separó de su mujer, participó del largometraje Imaginadores, brindó seminarios de dibujo e ilustración y aceptó el desafío de escribir una novela gráfica, el tercer tomo de Cañarí, su serie top para Francia.

Todo esto, mientras convivía secretamente con la hipertensión arterial y fumaba más de 30 cigarrillos por día. Y un día, el cuerpo dijo basta. El martes 12 de Agosto, el corazón le dio un susto, pero operación mediante, zafó. Todavía en terapia intensiva, los médicos le detectaron una avanzada necrosis en amplios sectores del intestino, causada por una obstrucción en la aorta. Cuando volvieron a intervenirlo para corregir esto, Carlos no resistió y en la mañana del 15 de Agosto, su vida se apagó.

A los que tuvimos la suerte de estar cerca suyo, nos dejó momentos inolvidables, frases, anécdotas, jodas zarpadas, enseñanzas (no creo que él se diera cuenta de lo mucho que aprendía cualquiera que hablara con él de prácticamente cualquier cosa) y muchas, muchas risas. Porque Meglia era eso: un amigo genial que te garantizaba el cago de risa.

Al resto del mundo, artistas, editores y fans, les dejó obras maravillosas (al pedo enumerarlas todas), que seguirán influenciando a generaciones futuras como ya lo hicieron con tantos autores de hoy. El impacto de ver los dibujos de Meglia va a ser igual de fuerte para cualquier fan del comic, el dibujo o la ilustración, aunque Carlos ya no esté.

Y cierro con una frase que nos tiró una de las tantas veces que habló frente al grabadorcito de Comiqueando:

"Yo uso la historieta para dejar una huella, no pasar desapercibido... Me sentiría frustrado si pasara por este mundo sin dejar algo. Por lo menos que te conozca el verdulero, aunque más no sea. No sé si soy uno más del montón, pero creo que he hecho las cosas para no serlo".

Gracias, Maestro, por tu amistad y tu talento infinito. (Andrés Accorsi)