Exposición de arte

domingo, marzo 25, 2007

Introducción del libro de Dago tomo 2



El otra día, caminado por la Chacarita encontre en un Kiosco el tomo 2 de Dago, el cual contiene una introducción escrita por Fernandez Amezaga, explicando el origen de Dago el esclavo, lamentablemente no tiene ni año ni fecha de impresión para poder aportar más datos técnicos.


Escrito por Robin Wood, ilustrado por Alberto Salinas, y la portada es Alfredo de la María



Hace algunos años, sentados en la mesa de un bar, charlábamos con Robin Wood sobre algunos de sus personajes y de sus historias posibles.



Había sobre la mesa varios vasos de whisky casi vacíos y nos sentíamos felices. Hasta que, de pronto, vi que su mirada se fijaba en algún punto mas allá de la ventana. Intenté seguirlo, pero allí no había nada. O mejor dicho, había un fantasma que yo no podía ver. Robin apuró el Último trago de whisky aguado y me dijo: tengo que contarte algo. Creí que era otra historia para alguno de sus personajes. Pero no. Era algo que parecía tener atragantado en su garganta, algo que no debía compartir con cualquiera. Y comenzó a hablar, desordenadamente, dejando fluir las emociones.



Se trataba de su Último viaje, a través del desierto de Sahara. Y nada tenía que ver con el rally Paris-Dakar. Este había sido un viaje solitario, en un jeep, solo con un par de amigos europeos que también se habían animado a sobrellevar tan difícil situación, por el solo hecho de vivir una aventura. Lo que esos tres hombres no sabían, eran que se iban a topar con algo inimaginable.



Llegaron a un pueblo cerca de Timbuctu, que por razones que pronto comprenderán, no podemos revelar su nombre. Solo que era un gran mercado, un mercado donde acuden todos los señores del lugar, los reyezuelos y algún blanco de mala vida advertido de lo que allí se vendía. Eran esclavos humanos.



Escondieron las cámaras filmadoras. Eso hubiese significado la muerte para ellos. Y caminaron sin poder disimular su mala sorpresa, pero fingiendo estar interesados en alguna compra. Había niños de mirada triste, destinados a ser soldados para guerrillas. Había hombres adultos, más asustados aún que los niños, para ser enviados a las cosechas. Los adultos son malos soldados si no pelean por una paga, o al menos por su tribu. Había mujeres jóvenes, y en esos países, a los trece años ya se es una mujer joven. Destinadas para favores amorosos al harén de algún señor. El espectáculo era terrible pero Robin y sus amigos se cuidaban de hacer comentarios.



Cuando terminó el relato, sus ojos de Robin estaban vidriosos. No había más whisky sobre la mesa. No había nada más que hablar tampoco. Nos separamos con apenas un saludo de pocas palabras. No sé adónde fue él. Por mi parte fui a casa y no pude conciliar el sueño.



Meses después nacía Dago. En otra época, casi en el mismo lugar. No se si he hecho bien en contarlo. Quizá Robin quería guardarlo en el privado arcón de sus secretos. Pero si hoy he cometido una infidencia, es para advertirles que Dago mantiene toda la brutalidad que Robin percibió aquella tarde en el mercado de esclavos. Claro, esto nadie lo sabía hasta hoy. Pero nadie mejor que él para contar la vida de uno de ellos, sus artilugios de supervivencia, sus sentimientos.



Este es un esclavo que ha sobrevivido, y su vida ha dado un vuelco. Dago ha quedado en el desierto, a la merced de las tribus tuaregs. Pero él utilizará toda su sabiduría para seguIr adelante. Que es, en definitiva, el destino de todos los humanos vivos, el continuar, el lograr nuestros objetivos, el llegar a la meta.



En definitiva, una lección de vida para todos nosotros, incluso para mí, que alguna que otra vez, creía no encontrar la salida. Dago, el esclavo, me ha abierto los ojos. Y creo que muchos han sentido lo mismo que yo.



Solo quería advertirles de eso. No es mucho, después de todo. ¿O sí?



GUST AVO AMEZAGA