'Más Extraño que la Ficción', más bello que la realidad
Me gusta que existan películas como ésta, que refuerzan el estrecho vínculo entre el cine y la literatura. Perdón, entre el buen cine y la literatura. Hay varias cosas que sorprenden en primera instancia cuando uno ve 'Más Extraño que la Ficción'. La primera es la asimilación de que Will Ferrell puede ser un buen actor cuando se sale de su inherente tendencia cómica. Will Ferrell es, en esta película, todo un descubrimiento, en una situación análoga a la que vimos en Jim Carrey con 'El Show de Truman'. La segunda, el estupendo y abrumador reparto que se luce, cada uno en lo suyo, con total libertad a lo largo del metraje. Pero, sin duda, lo que más asombra del film es la increíble puesta en escena, convirtiendo una complicada alegoría metafísica en una sencilla trama emotiva, a caballo entre lo puramente romántico y lo existencial.
En unos primeros veinte minutos que hacen las delicias de cualquier espectador, el director Marc Forster (bajo mi punto de vista, uno de los más prometedores de Hollywood) hace gala de todo el talento que tiene para presentarnos a Harold Crick (Ferrell), un inspector de hacienda brillante con una mente tan cuadriculada que da hasta un poco de grima. Su vida perfecta (que no feliz) se derrumba por completo cuando Harold comienza a oír una voz que parece referirse a él. Es entonces cuando comienza la historia de verdad, en medio de una genial relación sentimental con la rebelde Ana Pascal (Maggie Gyllenhaal), su encuentro con Jules Hilbert (Dustin Hoffman) y luego con la novelista Karen Eiffel (Emma Thompson).
Con esta sinopsis habrán notado que no quiero entrar mucho en detalles, y es que esto es la base para la perpetua capacidad que tiene la película de mantener nuestra atención de una manera sana y natural, sin artificios que distraigan la auténtica propuesta argumental. Sin desproporciones ni efectismos, el guión de Zach Helm es tan redondo que es imposible no mencionar sus numerosísimas virtudes.
En el mismo sentido que 'El Show de Truman' o 'Adaptation', en la película se presenta una ficción dentro de la ficción, una historia por capas en la que el espectador tiene que sentirse obligatoriamente implicado para disfrutar de la inexorable evolución de Harold. La sucesión de escenas, no siempre dotadas de una unidad conceptual, cumple perfectamente con el cometido de aunar un carácter directo y a la vez profundo. Incluso la gama de colores está pensada para aportar dinamismo a ese efecto de ficción dentro de la ficción. Así que de la fotografía de Roberto Schaefer, habitual de Foster, sólo se me pueden escapar elogios.
Las actuaciones son fantásticas. Will Ferrell tapa muchísimas bocas, definiendo por completo un personaje complejo por su idiosincrasia y destino, que sabe llevar su cotidianeidad a la perfección, pero también conmoverse y sufrir. El personaje de Dustin Hoffman, puede parecer imprescindible al principio, pero luego pierde fuelle y parece que no es más que una etapa de autoconsciencia del protagonista. De Maggie Gyllenhaal y Emma Thompson no se puede decir nada malo. Son y serán reinas de la actuación, cada una a su edad y circunstancias Quizá Thompson sobreactúa un poco por la personalidad visceral de la escritora a la que interpreta, pero funciona bien cuando tiene que hacerlo. Además, las apariciones momentáneas de Linda Hunt, Tom Hulce y Queen Latifah ayudan a la consistencia del desarrollo, en pro de su resultado final.
Ya puestos, es necesario mencionar que el argumento es calcado al de la famosa nivola de nuestro Miguel de Unamuno, 'Niebla'. Yo diría que incluso esta película llega más allá, con una mejor construcción del personaje respecto a su ¿miserable? vida. Puede verse como un canto al agnosticismo, una reflexión sobre la voluntad de un Dios del que se desconoce si es paternalista o maneja con arbitrariedad el devenir de la existencia del ser humano. Para rematar la faena, SPOILER hay que destacar el final, con 'La Petite Fille de la Mer', esa estupenda canción de Vangelis sonando. Hasta el más machote se conmueve con ese injusto accidente que pone en un dilema a su creadora, al demiurgo particular de Harold FIN SPOILER.
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